Diametralmente opuestos
Por Pablo Mattesz para Sostiene K
Crispación, polarización, grieta, etc., son algunos de los tópicos preferidos de cuanto dirigente político, operador periodístico o económico, sindicalista opuesto desde el vamos o vergonzosamente converso, alimenta al corro de repetidores seriales que compone la clase media y alta caceroluda, sin jamás argumentar una línea ni proponer otra cosa que no sea la destitución, la renuncia o la muerte lisa y llana.
Ese vacío de contenido que esgrime la oposición al gobierno votado por la mayoría ciudadana en nombre de la que tanto dicen hablar, los define, los expone y los tiene (los fríos números de las encuestas que tanto aman lo dicen en cada nueva medición) al borde de una nueva derrota en la próxima contienda electoral que se llevará a cabo durante el próximo año, sea quien fuere el candidato propuesto por el FPV, el colectivo que lidera sin discusiones nuestra Compañera Cristina.
La Argentina destrozada en todos sus índices, variables, componentes sociales, laborales, económicos, humanos, científicos, educativos, etc., que encontró el gobierno de Néstor Kirchner al asumir su mandato en 2003, fue el producto de una política socio-económica que, a excepción de la primera parte del gobierno del Dr. Alfonsín, a comienzos de la democracia, se venía desarrollando desde la instauración de la dictadura cívico militar de Martínez de Hoz, Videla y todo el espectro de poder económico financiero argentino, el cual por lo mismo añora los noventa, ese oprobio continuista de la dictadura de “cirugía mayor sin anestesia”, como gustaba decir el presidente de entonces, sin que a nadie de los indignados de hoy se les moviera un pelo.
A ese cuerpo social descuartizado, descreído, desarticulado, Néstor vino a proponerle un sueño. Ese sueño se nutrió de política, porque los cambios son hijos de la política. Quienes suelen brotarse ante el término, y no hacen otra cosa que política en forma permanente, pero a espaldas del pueblo, han sido y son quienes han protagonizado (participando, callando u omitiendo) el desguace de la Patria. Son quienes alientan la vuelta al endeudamiento externo sin restricciones, con inversiones foráneas que obtengan seguridad jurídica, ese eufemismo de “sin tributar nada”. Son quienes hicieron gritar a los idiotas útiles y necesarios de todo el espectro político de derecha a izquierda en 2008 “aguante el Campo”, cuando en realidad defendían los intereses de una clase poderosa nucleada en la Sociedad Rural, ese ente nefasto, instigador en la nebulosa de cuanta política de opresión y empobrecimiento a gran escala se produjo en la Historia argentina.
Bueno, hoy andan todos juntos: fascistas declarados, burgueses asustados, sindicalistas multimillonarios, ex represores, economistas del stablishment que no pegan una, operadores de toda laya... todos juntos. Y esa unión hace nuestra fuerza.
Nuestra Presidenta, para contener esa fiebre que instauraron a través de los medios con relación al paro que iban a decretar en reclamo por un impuesto que paga sólo un millón de trabajadores de los doce que componen esa masa laboral, decretó la exención de dicho ante el próximo pago del medio aguinaldo. Ahora, ¿Dónde estaban en los noventa, muchachos? Vos, Barrionuevo, delincuente desvergonzado y patotero, que decís que finalmente ese impuesto que ahora nadie pagará este fin de año no alcanza ni para un cubierto en el restaurante, mencionando que el mismo es de 800 o 900 pesos. ¿Vos, que supuestamente representás a laburantes que cobran sueldos de los más bajos decís eso, después de haber bendecido los diez años del innombrable traidor? Y el otro bobo que te entrevista y te prefigura el discurso asquerosamente, Bonelli, mandado por su jefe Magneto, claro, después de haber lamido cuanto glúteo del FMI se asomaba en nuestro país mientras la gente se empobrecía como nunca en toda la historia argentina, o auspiciaba con tu mísera catadura moral (la misma que hoy lo hace callar a él y a todo el espectro político, empresarial y periodístico ante el descubrimiento de las millonarias y truchas cuentas en Suiza) el megacanje y cuanta medida de ese tipo se impulsó a comienzos de siglo y por las que sus responsables debieran estar hoy en cana. ...
De veras que no tienen vergüenza. Pero no importa. Nosotros somos otra cosa. Somos lo contrario y no nos molesta esa polarización. Al contrario, nos enorgullece. Nos sentimos diametralmente opuestos y no nos detenemos. Nosotros seguimos protagonizando el sueño de Néstor. Nosotros vamos por más. Como dijo él y repitió su hijo Máximo, “los números tienen que cerrar pero con la gente adentro”, lo cual representa aquello que verdaderamente los molesta a los poderosos: tributar algo de lo muchísimo que ganan para que otros accedan a la dignidad. Y no paramos de crecer junto a Cristina, quien no deja de generar proyectos, políticas; quien, a pesar de la oquedad del oponente, no cesa de gobernar.
El mejor contraste que se puede ofrecer a toda esta operación constante de desestabilización, es la aparición del nieto número 116; es decir que la lucha inclaudicable y ejemplar de las Abuelas, apuntalada por el Estado con la derogación de las leyes de impunidad por parte de Néstor, con el consiguiente impulso para favorecer ese básico principio de Memoria, Verdad y Justicia por el que bregaron todos los organismos de derechos humanos durante décadas, es una realidad (realidad efectiva, dice por ahí una marcha) que sigue recuperando los frutos que sembró esa generación diezmada de la que él se sentía parte.
Y el resto, que siga comentando.
Por Pablo Mattesz para Sostiene K
Crispación, polarización, grieta, etc., son algunos de los tópicos preferidos de cuanto dirigente político, operador periodístico o económico, sindicalista opuesto desde el vamos o vergonzosamente converso, alimenta al corro de repetidores seriales que compone la clase media y alta caceroluda, sin jamás argumentar una línea ni proponer otra cosa que no sea la destitución, la renuncia o la muerte lisa y llana.
Ese vacío de contenido que esgrime la oposición al gobierno votado por la mayoría ciudadana en nombre de la que tanto dicen hablar, los define, los expone y los tiene (los fríos números de las encuestas que tanto aman lo dicen en cada nueva medición) al borde de una nueva derrota en la próxima contienda electoral que se llevará a cabo durante el próximo año, sea quien fuere el candidato propuesto por el FPV, el colectivo que lidera sin discusiones nuestra Compañera Cristina.
La Argentina destrozada en todos sus índices, variables, componentes sociales, laborales, económicos, humanos, científicos, educativos, etc., que encontró el gobierno de Néstor Kirchner al asumir su mandato en 2003, fue el producto de una política socio-económica que, a excepción de la primera parte del gobierno del Dr. Alfonsín, a comienzos de la democracia, se venía desarrollando desde la instauración de la dictadura cívico militar de Martínez de Hoz, Videla y todo el espectro de poder económico financiero argentino, el cual por lo mismo añora los noventa, ese oprobio continuista de la dictadura de “cirugía mayor sin anestesia”, como gustaba decir el presidente de entonces, sin que a nadie de los indignados de hoy se les moviera un pelo.
A ese cuerpo social descuartizado, descreído, desarticulado, Néstor vino a proponerle un sueño. Ese sueño se nutrió de política, porque los cambios son hijos de la política. Quienes suelen brotarse ante el término, y no hacen otra cosa que política en forma permanente, pero a espaldas del pueblo, han sido y son quienes han protagonizado (participando, callando u omitiendo) el desguace de la Patria. Son quienes alientan la vuelta al endeudamiento externo sin restricciones, con inversiones foráneas que obtengan seguridad jurídica, ese eufemismo de “sin tributar nada”. Son quienes hicieron gritar a los idiotas útiles y necesarios de todo el espectro político de derecha a izquierda en 2008 “aguante el Campo”, cuando en realidad defendían los intereses de una clase poderosa nucleada en la Sociedad Rural, ese ente nefasto, instigador en la nebulosa de cuanta política de opresión y empobrecimiento a gran escala se produjo en la Historia argentina.
Bueno, hoy andan todos juntos: fascistas declarados, burgueses asustados, sindicalistas multimillonarios, ex represores, economistas del stablishment que no pegan una, operadores de toda laya... todos juntos. Y esa unión hace nuestra fuerza.
Nuestra Presidenta, para contener esa fiebre que instauraron a través de los medios con relación al paro que iban a decretar en reclamo por un impuesto que paga sólo un millón de trabajadores de los doce que componen esa masa laboral, decretó la exención de dicho ante el próximo pago del medio aguinaldo. Ahora, ¿Dónde estaban en los noventa, muchachos? Vos, Barrionuevo, delincuente desvergonzado y patotero, que decís que finalmente ese impuesto que ahora nadie pagará este fin de año no alcanza ni para un cubierto en el restaurante, mencionando que el mismo es de 800 o 900 pesos. ¿Vos, que supuestamente representás a laburantes que cobran sueldos de los más bajos decís eso, después de haber bendecido los diez años del innombrable traidor? Y el otro bobo que te entrevista y te prefigura el discurso asquerosamente, Bonelli, mandado por su jefe Magneto, claro, después de haber lamido cuanto glúteo del FMI se asomaba en nuestro país mientras la gente se empobrecía como nunca en toda la historia argentina, o auspiciaba con tu mísera catadura moral (la misma que hoy lo hace callar a él y a todo el espectro político, empresarial y periodístico ante el descubrimiento de las millonarias y truchas cuentas en Suiza) el megacanje y cuanta medida de ese tipo se impulsó a comienzos de siglo y por las que sus responsables debieran estar hoy en cana. ...
De veras que no tienen vergüenza. Pero no importa. Nosotros somos otra cosa. Somos lo contrario y no nos molesta esa polarización. Al contrario, nos enorgullece. Nos sentimos diametralmente opuestos y no nos detenemos. Nosotros seguimos protagonizando el sueño de Néstor. Nosotros vamos por más. Como dijo él y repitió su hijo Máximo, “los números tienen que cerrar pero con la gente adentro”, lo cual representa aquello que verdaderamente los molesta a los poderosos: tributar algo de lo muchísimo que ganan para que otros accedan a la dignidad. Y no paramos de crecer junto a Cristina, quien no deja de generar proyectos, políticas; quien, a pesar de la oquedad del oponente, no cesa de gobernar.
El mejor contraste que se puede ofrecer a toda esta operación constante de desestabilización, es la aparición del nieto número 116; es decir que la lucha inclaudicable y ejemplar de las Abuelas, apuntalada por el Estado con la derogación de las leyes de impunidad por parte de Néstor, con el consiguiente impulso para favorecer ese básico principio de Memoria, Verdad y Justicia por el que bregaron todos los organismos de derechos humanos durante décadas, es una realidad (realidad efectiva, dice por ahí una marcha) que sigue recuperando los frutos que sembró esa generación diezmada de la que él se sentía parte.
Y el resto, que siga comentando.
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