domingo, 26 de octubre de 2014


LA CULOTURA NO GANA NI A LOS PREMIOS
(Por Pablo Mattesz para SOSTIENE K)
Cultura deriva del vocablo latino cultus, que significa cultivo. Esto es porque a partir del momento en que el hombre sembró la tierra y luego la cosechó, dejó de ser nómade y se transformó en sedentario, en alguien que se pudo establecer en un lugar sin tener que recorrer extensos territorios para procurarse el alimento. Así tuvo tiempo para pensar, crear, inventar y superarse constantemente. Se cultivó.
Luego de lo que generó que Tinelli recibiese en la Legislatura porteña, el reconocimiento como “Personalidad destacada de la Cultura”, podemos observar cómo se presentó la misma: Macri dijo “Qué lindo ver tanta alegría, tantas ganas de mostrar afecto y admiración que ha generado mi amigo Marcelo a través de tantos años de compromiso y trabajo”. Y agregó: “En nombre de todo el pueblo sos el símbolo de la industria tan importante de contenidos de la televisión, tenés el talento de saber lo que le gusta a la gente y le sumás la constancia, el compromiso, la pasión y el trabajo de todos los días”, continuó el Jefe de Gobierno y finalizó felicitándolo por el reconocimiento y dándole la “bienvenida al mundo del papá abuelo”. Amén de soslayar piadosamente la forma en que construye las oraciones quien gobierna en el distrito más importante y con más presupuesto del país, se supone que debía haber una justificación para la distinción. Pero no: amiguismo, viveza, banalidad.
Tal vez el diputado del Pro Cristian Ritondo: "cuando uno se refiere a la cultura, encuentra muchos elementos que la componen. Pero en el caso de Marcelo, también existe un factor muy importante que es la función social, detrás de la cual hay cientos de artistas trabajando por algo en común y que generan la solidaridad de los argentinos". "Nunca perdiste la humildad que tenías cuando empezaste a trabajar con Badía". "Hoy te reconocemos porque has invertido muchísimo en la cultura de la ciudad, siempre brindando fuentes de trabajo. Queremos muchos como vos en nuestra ciudad, que ofrezcan soluciones desde el compromiso con la cultura", concluyó. Nuevamente, no abunda sobre “elementos” que componen la cultura; función social es dar trabajo a un cúmulo de actores, bailarines, inversión en la ganancia propia… Lloverán seguramente distinciones a cuanto productor teatral exista.
Seguimos sin poder observar la relación entre distinción, cultura, reconocimiento de un organismo estatal por ello. Tal vez nos ayude el brillante autor del proyecto, también del Pro, Oscar Moscariello (está bárbaro para la publicidad de la lotería de la Provincia de Buenos Aires): “Es un día importante para Marcelo y para la Legislatura. Muchos pusieron su trabajo para que hoy estemos reunidos ante una figura popular. Aunque muchas voces de los culturosos se levanten, Tinelli no tiene parangón. Los 17 Martín Fierro que ha recibido sobreabundan para que la Legislatura le tribute este homenaje en nombre del pueblo”. “Los unitarios que ha realizado son de los mejores que se han producido en Argentina”, continuó el legislador quien afirmó además: “recorriendo la historia del teatro, del cine, de la televisión lo vamos a encontrar a Tinelli a la vanguardia” y finalizó: “me siento honrado por haber impulsado con mi equipo esta distinción y honrado porque haya aceptado recibirla”. Acá nos amparamos en los 17 Martín Fierro, premios cuestionados si los hay; ¿Tinelli vanguardia del teatro, el cine y la TV? En fin…
Vale decir que de cultura no se habla en las distintas justificaciones.
Marcelo Tinelli es la imagen cultural de los noventa. La risa loca, las burlas estúpidas a los transeúntes, la farundalización social y política mientras el país se hundía en la marginalidad, el empobrecimiento, la desocupación record, la corrupción feroz, el desguace del Estado y cada una de sus epresas, las relaciones carnales con Estados Unidos, el endeudamiento externo en cifras que no entran en la mente, las leyes de impunidad con los asesinos de la dictadura y sus jefes civiles. Entonces, el otrora cronista de vestuarios de fútbol no editorializaba sobre la política del país como lo hizo la misma noche en que recibió el premio. ¿Para qué? Si estaba todo bárbaro y los dólares reventaban sus arcas. Tanto que posibilitaron que el ignoto notero, el tímido presentador de videos bobos a las 12 de la noche, pase a ser uno de los empresarios más poderosos del país.
Y eso es lo que le reconocen. Porque creen, en su desesperación de búsqueda de votos, que la formulita sigue andando. Si salió en los noventa, ¿por qué no ahora? Ideas no se les caen ni por casualidad, iniciativas (a no ser esta pobrísima mueca, seguramente instada en alguna reunión entre Durán Barba y Magneto) menos. Y ante esa anemia política evidente y en constante desarrollo, Cristina gobierna, genera, amplía derechos, muestra concreciones que fueron planeadas con anterioridad, con años de previsión.
Como dijo Máximo Kirchner, no mueven la aguja y eso los desespera. Se pelean, se insultan, viven comentando (y mal, sin argumentos) lo que hace el gobierno. Tal vez piensen que los culos y los escándalos que brindan ratings dibujados siguen siendo los generadores de votos. No logran ver que la mujer y la mirada que sobre la mujer y su dignidad hoy tiene la sociedad han cambiado. Quedan reservas de misoginia y estupidez, pero en estos últimos años hemos crecido en ese y en muchos sentidos, esos que los productos Tinelli se encargan de burlar, denostar o exacerbar hasta el paroxismo.
Al momento de recibir la distinción Tinelli tuvo el cinismo de hablar sobre los pueblos originarios, cuando ha tenido litigios por comprar tierras que les pertenecían a esas culturas en la Patagonia. A lo mejor eso también fue premiado. O su postura anterior de reconocimiento a algunas políticas del Gobierno, su admisión de haber votado más de una vez al kirchnerismo, etc., para ahora atacarlo a partir del fracaso en la negociación para apropiarse del Fútbol para Todos (a propósito, qué error garrafal de nuestro gobierno ese mamarracho).
Es decir, premian la cultura del contenido berreta, de la denigración de la mujer, del puterío constante, de la farándula invadiéndolo todo, sobre todo la política, inventando un mundo de idiotez que arrastra a multitudes.
Pero las multitudes ya no son tales. Las multitudes se dividen. Un cúmulo importante de jóvenes milita y no se deja robar los sueños a control remoto. Van a tener que laburar. Y como eso no les sale, el futuro sigue siendo nuestro.

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