HOMENAJE A NÉSTOR
"El MEJOR DE NOSOTROS"
(por Pablo Mattesz para SOSTIENE K)
La única derrota real de estos once años ha sido tu pérdida. Hubiera
sido hermoso verte ganar esa elección a Presidente que se venía, por
mucho más que aquel exiguo 22 % de 2003, cuando
nos convidaste a tu precioso sueño. Ahí comenzaron las mezquindades que
jamás se han visto en la Patria con tanto desparpajo, con tanta saña:
el monigote de Anillaco negándose a perder y entonces “qué me importan
la democracia, las instituciones, la legitimidad de un nuevo gobierno
dentro de un país incendiado (aunque yo haya puesto buena parte de la
madera para el fuego)… Yo me bajo y listo, si total éste dura menos que
Rodríguez Saa…”
Y te amenazaron desde el primer día en el pasquín
ese que necesitás dos mesas para desplegar tanta malsana vocación
golpista y bosta rural. Y los otros, los verdaderos dueños de la pelota
(del papel, en realidad; y del fútbol, y de los fondos jubilatorios, y
de las señales de cable a lo largo y ancho del país, y del canal con
mayor encendido históricamente, regalado por el monigote, y de las
conciencias de casi todos los que se paran ante un micrófono o se
sientan ante una computadora o una banca en el Congreso…) aún agazapados
y no tan desembozados como sus socios menores, jamás esperaron lo que
se venía. Tuviste que embarrarte con ellos. La gobernabilidad y la
construcción de poder político te obligó a mantenerle varios de sus
privilegios. Pero ya con tu compañera en el gobierno y vos como jefe
político de todos nosotros fuimos por varios de esos privilegios, que
son tantos y tan diversos que aún con Leyes de por medio, sancionadas y
promulgadas, todavía tenemos que seguir luchando día a día para poder
hacer cumplir.
Todos estos años que forman parte de tu sueño nos
enseñaron todas esas cosas. Nos devolvieron el amor al lugar de uno, el
sentido de pertenencia, el nacional y regional. Fuiste el Presidente de
los derechos humanos. El que bajó los cuadros de los genocidas. El de la
derogación de las leyes de impunidad. El que le devolvió la ESMA a
quienes lucharon por décadas contra el olvido y por la justicia, con un
discurso que si dudábamos todavía de tus intenciones, nos dejó en claro
para siempre desde qué lugar y en nombre de quiénes estabas gobernando.
Con tu cuadernito ibas viendo y pagando cada compromiso, sin descuidar
al pueblo que no podía esperar más, “con el pueblo adentro”, como
repiten tu compañera Presidenta y tu hijo Máximo. Les dijiste en la cara
a los poderosos del mundo que si no nos dejaban crecer nos moríamos,
así de sencillo; y produjiste la quita de deuda más formidable que un
país haya logrado en su negociación con acreedores externos. Le pagaste
al FMI y nunca más fueron en esta parte del mundo los virreyes que
semejaban ser en las décadas anteriores.
Fuiste a Mar del Plata con
Chávez, Evo, Diego y una multitud a decirle en la cara al otrora patrón
del norte que las relaciones carnales habían terminado, que acá había un
pueblo digno que no obedecía más las órdenes que lo llevaron a su casi
extinción.
Enfrentaste una elección de medio término en la que te
pusiste el equipo al hombro en 2009, cuando veníamos de casi un golpe
institucional de los ruralistas aliados hasta con la izquierda
trotskista, la traición de un vicepresidente y la complicidad de casi
todos. Perdiste “por dos puntitos” con otro mamarracho que ni fue a
honrar al Congreso con su trabajo los votos obtenidos. La derrota mínima
ni te afectó: juntaste a tus compañeros todos y nos dijiste “a levantar
la cabeza, con alegría, con más militancia que nunca” y gestaste el
Fútbol para Todos, para terminar con eso de que unos pocos puedan
disfrutar de lo que les apasiona a casi todos.
No parabas, ni
siquiera cuando era lo aconsejable (mucho menos, en realidad, si era lo
aconsejable) y tu corazón, ese bombo peroncho que latía por todos
nosotros como ninguno, ese que hizo que te tiraras de cabeza
(literalmente en los actos a los que ibas) en los brazos del pueblo, que
nos abrazaras con un amor que desconocíamos o habíamos olvidado después
de tantos palos, traiciones y olvidos; ese corazón amante de tu
Compañera (ya nuestra para siempre, también), tus hijos, tus amigos, tus
pasiones (que algunos compartimos fervorosamente acá por Avellaneda);
ese amoroso corazón dijo basta porque vos nunca lo ibas a decir.
Entonces perdimos tu presencia real. Pero te ganamos como hombre de la
Historia, como líder indiscutido, como nuestra más linda bandera, como
ese capitán del equipo que pide la pelota en las más fieras, que la saca
del fondo del arco cuando ya parece imposible revertir algo de lo que
ocurre, y nos mira uno por uno a los ojos, nos interpela, nos prueba,
nos pega tres gritos, pero también nos acaricia, nos tiende la mano y
nos levanta. Y así no hay rival que nos pueda.
Creo que ni vos
sabías lo que generaste en tu pueblo luego de tan pocos años. Merecías
haber vivido lo que fue tu despedida. Pocas cosas me tocaron ver más
emotivas que ese desfile, esas lágrimas, ese compromiso para siempre que
todos te brindamos. Te devolvimos todo el amor que nos diste en una
gigantesca demostración popular, de esas que a vos te encantaban.
Hoy, a cuatro años de aquel día, los pibes, esos que vos querías como
motor de todo lo que es, lo que verdaderamente es, te recuerdan con
jornadas solidarias a lo largo y ancho de todo el país. Grosos nuestros
pibes. Néstor nuestros pibes. Guardianes (junto a Cristina) de tu sueño,
que goza de buena salud, Pingüino del alma.
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