viernes, 17 de octubre de 2014

SIERVOS QUE CELEBRAN LOS INSULTOS DE OTRO SIERVO HACIA ELLOS Y EL FALLIDO QUE NO FUE TAL (Por Pablo Mattesz para SOSTIENE K

SIERVOS QUE CELEBRAN LOS INSULTOS DE OTRO SIERVO HACIA ELLOS Y EL FALLIDO QUE NO FUE TAL
(Por Pablo Mattesz para SOSTIENE K)


"Toda la oposición junta, no junta un balde de bosta; toda, la derecha, la izquierda, el Partido Obrero, el Partido Comunista, el radicalismo, no juntan 200 gramos de bosta. La oposición no sirve para nada". Así se despachó el empleado más gordo en cheques de Magneto desde su mísera madriguera radial. Realmente, hasta allí, uno debe expresar que vuelve a coincidir en algo, luego de su metamorfosis kafkiana, con la comadreja que venía henchida por los elogios buitres cosechados en New York días atrás.

Es decir, un siervo humilla al resto del ejército de siervos públicamente, los insulta, los descalifica, etc.

Bien, uno esperaba algún tipo de reacción y en el mismo tono, mínimamente. Alguno debe tener algo parecido a sangre en su sistema circulatorio, pensamos. Nones.

Al día siguiente la especie mitad comadreja mitad buitre llama telefónicamente a dos de los involucrados: un radical que no mide ni entre sus allegados y seno familiar, se autocalifica como precandidato presidencial y sólo cabecea centros perdidos que le tiran los pusilánimes operadores periodísticos de los medios hegemónicos; y otro que se dice socialista pero repite todas y cada una de las letanías neoliberalistas habidas y por haber. Ambos entrevistados ante la ni siquiera disculpa del entrevistador, sino la mención de sus dichos del día anterior antes citados, entienden, avalan, justifican y hasta casi agradecen la perorata comadrejil del día anterior.

¿Sorpresa? Esto no es nada.

Nos dice la enciclopedia virtual: “Se llama acto fallido (también conocido como desliz freudiano) a aquel acto que pone de manifiesto una expresión diferente e incluso contraria a la intención consciente del sujeto. Puede presentarse en la acción, en el discurso verbal o en un gesto. El resultado obtenido no es el que explícitamente se perseguía alcanzar, sino que ha ocurrido un reemplazo que escapa a la consciencia del sujeto actuante”.

A partir de esta idea, particularmente con los discursos de los políticos y los “comunicadores” de la década del noventa, Miguel Rodríguez Arias realizó dos o tres excelentes trabajos documentales bajo el título “Las patas de la mentira”, cuyo análisis y repaso se recomienda para poder observar la obscenidad cavernícola de una época a la que casi todos los opositores nos quieren devolver.

Si uno tiene en cuenta que ningún político (queda absolutamente claro ante la nula reacción referida en los párrafos precedentes), y mucho menos un “periodista independiente”, dice jamás nada sin el consentimiento y hasta el armado previo de su jefe, evidentemente alterado ante la adecuación de oficio a la que el ente responsable someterá a su monopolio flagrante, violador serial de todas y cada una de las normas que se desprenden de la aplicación de la ejemplar Ley de Medios Audiovisuales, queda absolutamente descartado que lo que sigue haya sido un acto fallido de la comadreja buitrística quien, no conforme con las humillaciones partidarias antes citadas, se permitió abundar con algunos apellidos que, desde luego, siguiendo el hilo conductor del discurso insultante, son todos opositores: “Binner, Carrió, Altamira, SCIOLI, Macri, Massa, no sirven para una mierda".

Me preocupa volver a coincidir con la comadreja, che. Pero bueno, lo hablaré con mi terapeuta. La cuestión es que el mayor (y más caro, en guita, ¿eh?; el hombre poderoso no quiere a nadie más que a sus intereses) operador del multimedio que busca desestabilizar, acosar, acusar sin jamás mostrar pruebas o argumentos convincentes al gobierno que luego de once años de ejercicio del poder político mantiene una imagen positiva que supera el 40 % (guarismos admitidos por los más recalcitrantes opositores de toda o ninguna estirpe), ese roedor que se enorgullece ante la felicitación por los servicios prestados por parte del abogado del buitre mayor Paul Singer, ese nos dice que Scioli (Daniel Osvaldo debemos suponer, en tanto no haya aclaración) es parte, o lo que es más grave aún, para los más acérrimos enemigos políticos del gobierno, es parte de la oposición…

Sin que nadie haya salido todavía al cruce de tamaña confesión, la fórmula judicial diría: “A confesión de partes, relevo de pruebas”.

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