jueves, 29 de mayo de 2014


INFORME ESPECIAL!!!!
Fue el 29 de mayo de 1969
El Cordobazo: Causas y consecuencias de una insurrección popular
Este 29 de mayo recordamos el "Cordobazo". Como partícipe de ese gran levantamiento obrero-estudiantil del año 1969 contra la dictadura militar quiero aportar algunos elementos para una explicación histórica que permita comprender las características reales del hecho, porque y cómo ocurrió el Cordobazo, más allá de los mitos e interpretaciones interesadas.
Dictadura militar represiva
Corresponde rastrear los orígenes del Cordobazo varios años atrás, en los inicios mismos de la denominada Revolución Libertadora. La cuestión se origina con la proscripción del peronismo en 1955, que planteó tres grandes problemas: la identidad de la masa de trabajadores y su nucleamiento en torno de los sindicatos peronistas; la ilegitimidad del escenario seudo democrático establecido por quienes derrocaron a Perón; y, finalmente, la división de criterios entre los partidos políticos "gorilas" y las Fuerzas Armadas sobre qué hacer con los peronistas.
Al no poder resolver el intríngulis, el golpe militar del 28 de junio de 1966 se produce para evitar el triunfo del peronismo en las elecciones a gobernador en la Provincia de Buenos Aires, que tenían que celebrarse en marzo de 1967.
Así, la Revolución Argentina pone su autoridad dictatorial al servicio de la proscripción política y los intereses económicos del gran capital monopólico e imperialista, que sostiene su hegemonía instalando un régimen represivo sin consenso ni capacidad para el diálogo, que despreciaba la política, mientras apostaba a la economía ultraliberal y postergaba la acción social.
Como bien lo definía un prohombre del peronismo, John William Cooke: "Este gobierno es una mezcla de lo peor que tiene cada sistema: del liberalismo aplica el libre cambio y la libre empresa, del fascismo y variantes feudales diversas, el autoritarismo, las jerarquías consideradas como de orden divino; del cristianismo, la moralina ultramontana, el clericalismo, la utilización reaccionaria de los sentimientos religiosos para sostener todo lo que es orden establecido".
Deseaban un país que produjera en medio del aburrimiento, la sequedad de espíritu, la estolidez conservadora; sin peronismo, sin pueblo ni rebeldía, sin parejas de novios en las plazas públicas.
Liquidar las conquistas laborales
Con el golpe militar, se instaló un fuerte régimen autoritario resuelto a imponer la racionalización de la economía argentina y a modernizar el Estado, lo que conducirían a la instauración de un sector de la economía dominante, competitivo y dinámico, donde prevalecería el gran capital extranjero.
El desarrollo de ese sector se lograría mediante una sustancial redistribución de los ingresos en detrimento de los asalariados y del sector agrario; y en beneficio de los empresarios industriales y financieros. Esto seria alcanzado mediante un riguroso control estatal de los salarios y la reorientación, por el Estado, de los recursos generados por las exportaciones agrarias.
Se ordenó un riguroso plan de estabilización monetaria consistente en controles salariales, restricción fiscal, reducción del crédito y devaluación del peso. Un importante blanco de la racionalización era el sector estatal y las economías regionales subsidiadas. El resultado lógico de esta política sería una intensa concentración de recursos económicos en el polo dinámico de la economía argentina.
Para lograrlo, se suspendió toda actividad política, para abolir así el sistema de negociación mediante el cual los grupos sociales intentan imponer en el plano del Estado los reclamos de sus votantes, lo que condenaba a las autoridades a interminables rondas de negociaciones y a una política económica vacilante.
Un Estado controlado por una elite militar y económica, no estaba en la obligación de atender a otros grupos de interés. El principal objetivo contra el que apuntaba la nueva autoridad estatal, inmunizada contra la política, eran la clase trabajadora y el movimiento gremial.
Suspender el funcionamiento del sistema político, imponer estrictos límites a los aumentos salariales y diferir la realización normal de negociaciones colectivas, se podía realizar mediante la existencia de un régimen autoritario que había concentrado y centralizado el poder estatal y estuviera resuelto a utilizar inequívocamente el poder del Estado contra los sindicatos y la clase trabajadora.
La determinación del nuevo régimen de controlar, y si era necesario reprimir, al movimiento sindical, era ineludible para liquidar las conquistas laborales, creando un mercado laboral flexible, eliminando el poder que el movimiento obrero organizado ejercía en la sociedad. Así, se congelaron los salarios por 18 meses, se dejó sin efecto la ley 14.250 de negociaciones colectivas y se estableció el "arbitraje obligatorio", una medida que eliminaba el derecho de huelga.
Particularidades de Córdoba
El 29 de mayo de 1969, Córdoba se alzó contra esa dictadura militar, contra las proscripciones políticas y en defensa de los derechos sociales. La confluencia de obreros y estudiantes forjó la unión de la lucha económico-sindical y la lucha política antidictatorial, dentro de un proceso de profundas contradicciones sociales.
En Córdoba, la protesta tenía motivos adicionales de queja. El desencadenante particular y concreto del coflicto, en el plano gremial, fue la aplicación de las "quitas zonales" (un derecho patronal de aplicar, en algunas provincias, reducciones salariales sobre el sueldo pactado en las convenciones colectivas a nivel nacional) y una ley que unificaba la jornada laboral en 48 horas semanales, que implicaba la derogación del "sábado ingles" en cinco provincias, incluida Córdoba. Al mismo tiempo se anunciaba el congelamiento de los convenios colectivos y de los salarios.
En Córdoba, las industrias automotrices y metalúrgicas atravesaban los peores años de su historia. Los propietarios de los talleres y las fábricas autopartistas que constituían la industria local eran inflexibles a las demandas sindicales. Las grandes empresas intentan aprovechar la situación de debilidad gremial y la posición de indefensión de los trabajadores para disminuir los costos laborales mediante la reducción de la jornada de trabajo y las suspensiones temporarias de la producción.
La política social de la dictadura de salarios congelados, despidos injustificados y masivos, anulación de indemnizaciones, etc., generaron estas jornadas de rebelión popular generalizada.
Los participantes de la rebelión
El 29 de mayo de 1969, la clase trabajadora, los universitarios y el pueblo de Córdoba fueron protagonistas de un jalón histórico, en medio de una huelga general activa de 36 horas, con movilización y concentración, convocada por la CGT local.
El legendario dirigente peronista John W. Cooke sostenía que esa alianza de trabajadores, estudiantes, pueblo y tradición de rebeldía, que se dio en el Cordobazo y que lideraron los sindicatos, eran como un cóctel Molotov: simple en sus componentes y fácilmente disponibles, inofensivos si estaban separados, pero con efectos devastadores cuando se conjugaban al unísono, bajo ciertas condiciones y con una mano diestra para utilizarlos.
Así distinguimos el sucesivo protagonismo de los trabajadores en las horas iniciales, la sociedad en su conjunto en las horas intermedias, y los militantes y estudiantes en la resistencia final, a la noche en el barrio estudiantil Clínicas.
a) El movimiento obrero
En esos años, Córdoba era el centro de la industria automotriz argentina y el escenario de una clase obrera particularmente activa y militante. El aspecto distintivo de la política obrera cordobesa es un proletariado con una identidad abrumadoramente peronista. Con el Cordobazo emerge una antigua tradición local de sindicalismo combativo e independiente, a la vez abierto y democrático, que tiene un importante desarrollo después de 1969.
Subrayamos la importancia, que en esa tradición, tuvo el justicialismo y los trabajadores de la "resistencia peronista": militantes sindicales movilizados por la proscripción política y el ajuste capitalista, que desbordaron los límites de la dirigencia sindical para expresar con pureza sus intereses concretos de clase, ligado al conjunto de los trabajadores, para lograr un mayor bienestar inmediato y una mejor participación en el reparto de la riqueza social.
La clase obrera fue el principal protagonista del levantamiento. La política anti-popular de Onganía alentó a la unidad en la acción de sectores gremiales que estaban divididos nacionalmente: por un lado la CGT oficial, de peronistas vandoristas y participacionistas, por otro la CGT de los Argentinos, donde se nucleaban peronistas de izquierda, peronistas ortodoxos e independientes (radicales e izquierda independiente)
La singularidad cordobesa era el peso del llamado "verticalismo" -los gremialistas ortodoxos que se proclaman leales a Perón y se enfrentan con los dirigentes sindicales nacionales vandoristas- que termina fortaleciendo la independencia de las direcciones gremiales provinciales, de la burocracia sindical nacional.
La fuerte identidad regional de los trabajadores de Córdoba y su oposición a la interferencia porteña, permitió que fueran artífices de una alianza popular centrada en la CGT Regional Córdoba, vanguardia de luchas políticas y sociales. Una CGT que dirigió las primeras huelga contra la "Revolución Libertadora", enarbolando los programas obreros revolucionarios de Huerta Grande y La Falda.
Una de las lecturas erróneas del Cordobazo es no reconocer que la inmensa mayoría de los gremios que participaron del paro activo y de la movilización del 29 de mayo, 50 sobre un total de 55, tenían conducción peronista y apoyo de bases del mismo signo.
Las principales manifestaciones políticas de esa identidad peronista de los sectores populares se daban en la exclusión política que sufrían como ciudadanos por la proscripción y en su adhesión a un movimiento sindical que continuaba definiéndose como parte del peronismo y no meramente como organizaciones corporativas de la clase obrera.
Las características de la mayoría de los dirigentes gremiales, su historia y trayectoria anterior, sus ideas políticas, muestran que el Cordobazo fue la continuación de las luchas obreras que arrancaron en la resistencia peronista, en 1955.
Los Secretarios Generales de los Gremios Elpidio Torres, del SMATA, y el lucifuercista Agustín "El Gringo" Tosco fueron las principales figuras del Cordobazo, junto con Atilio "El Negro" López que encabezaba el importante gremio de los choferes (UTA), el "Cabezón" Miguel Ángel Correa (maderero), "El Negro" Héctor Castro (ATE) y Jorge Canelles (UOCRA), tuvieron activa participación en las luchas previas que prepararon el clima de la rebelión.
b) El movimiento estudiantil
El movimiento estudiantil se había opuesto al gobierno del general Ongania desde los primeros días de la dictadura cuando fueron arrasadas las autonomías de las universidades con brutalidad castrense, en lo que se conoció como "La noche de los bastones largos".
Los universitarios veníamos de un intenso fogueo anterior en múltiples manifestaciones de rechazo a la autoridad militar, y la gran huelga universitaria del año 1966 donde es asesinado, en una protesta callejera, el integralista Santiago Pampillón, estudiante y obrero de la automotriz IKA-Renault, en una lucha librada para resistir la intervención en las Universidades.
Con la intervención militar en la Universidad, las discusiones sobre la autonomía y el gobierno tripartito, su función específica y la vinculación con la sociedad dejaron paso a visiones más instrumentales acerca de la contribución a la "revolución" en términos de militancia, concientización y organización de cuadros. En la clandestinidad, la política estudiantil se hizo cada vez mas radicalizada. Y, tanto la izquierda peronista como la nueva izquierda marxista, ganaron adeptos.
Las agrupaciones estudiantiles, a pesar de actuar en la ilegalidad, tenían un alto grado de organización, muy superior a la de los partidos políticos que entonces estaban disueltos, y eran solo superadas, en organización, por algunos sindicatos obreros.
La influencia de la revolución cubana en la izquierda y los enfoques combativos de "El Bebe" Cooke en el peronismo, desplazaron al conjunto de los universitarios hacia posiciones cada vez más revolucionarias. Los estudiantes que enfrentaban a los militares ya no eran aquellos gorilas que el peronismo había retado en su ciclo inicial de 1946 a 1955.
La principal fuerza estudiantil en Córdoba era el Integralismo, un movimiento universitario originado en el cristianismo, donde influían los sacerdotes que asumían el Concilio Vaticano II y, que antes de 1969, expresaba los síntomas más claros de lo que seria la "peronización" de las clases medias y constituirían los brotes iniciales del peronismo revolucionario. Era una corriente fuerte en Córdoba, San Luis y el Chaco, con características similares al Humanismo de Buenos Aires y Tucumán y los Ateneos de Rosario, Santa Fe y Corrientes.
El Integralismo era un movimiento estudiantil activo, fuertemente influido por reivindicaciones universitarias concretas y por las movilizaciones de la CGT de los Argentinos, con una práctica militante asentada en la movilización popular, porque desde 1966 huelga obrera, conflicto, plan de lucha, eran cuestiones familiares para los estudiantes de la época.
Heterogéneo y masivo, allí militamos los que formaríamos la Juventud Peronista de los 70, el Peronismo de Base y la Guardia de Hierro. Actuábamos dentro de los sindicatos obreros, que era el ambiente natural de los peronistas universitarios, el campamento donde nos refugiábamos y conseguíamos apoyos.
Los dirigentes sindicales eran figuras habituales para nosotros, y como estudiantes participábamos en las luchas gremiales. Además, tomábamos inevitable y naturalmente partido por algún sector en las elecciones gremiales. En el sindicato guardábamos los mimeógrafos, los carteles, el engrudo, los bombos. Allí se hacían las reuniones clandestinas, allí se escuchaba el último casette de Perón, llegado de Madrid.
Además, en el movimiento estudiantil, revistaba la Federación Universitaria de Córdoba (FUC), donde pesaba un sector marxista pro-peronista: el Frente Estudiantil Nacional (FEN).
También en la FUC coexistían: el Movimiento de Liberación Nacional (MALENA) liderado por Ismael Viñas, la izquierda nacional seguidora de Abelardo Ramos, los socialistas del Movimiento Nacional Reformista (M.N.R.) de Estévez Boero, la Juventud Comunista, los radicales de la Franja Morada que sufrieron el impacto disgregador de la caída de Illia y variadas agrupaciones minoritarias izquierdistas y trostkistas.
Los grupos universitarios más izquierdistas no participaron en la movilización del Cordobazo, debido a que esta fue convocada por la CGT, a la que calificaban de burocrática. En los días previos, en asambleas universitarias, se habían opuesto a la movilización sindical, por considerarla una maniobra de los dirigentes.
Esos grupos, cuando se produjo la rebelión, sorprendidos in fraganti intentaron quitarle a los sindicatos y a sus dirigentes el indiscutible papel protagónico que tuvieron. Así, desarrollaron las tesis del espontaneísmo del Cordobazo, mito que aun hoy sostienen.
c) La Sociedad
La reputación de Córdoba como ciudad rebelde de la Argentina era bien merecida. Toda la población de una ciudad contestataria, portadora de un espíritu de resistencia legendario y que atravesaba un momento especial de su historia, se expresó porque no soportaba el opresivo clima impuesto por la dictadura, como la anulación de los partidos políticos y de la actividad política, lo que le dio el carácter masivo a la protesta.
Además, Córdoba era la capital industrial del interior. En ella estaban instaladas la mayoría de las fábricas de autos del país, industrias modernas como Fíat e IKA-Renault. Los obreros de esas plantas, y de un montón de fábricas de auto piezas que trabajaba para ellas, eran más preparados y recibían salarios más altos que el promedio percibido en otras provincias.
Para colmo, el gobernador interventor en Córdoba, Carlos Caballero, un católico ultramontano, sumó a la bronca obrera y estudiantil crispando a los sectores de clase media cuando, a comienzos de 1969, aumentó fuertemente los impuestos a la propiedad, poniéndose en contra un gran sector ya descontento con la suspensión de las libertades cívicas y la ausencia de participación política bajo el régimen autoritario de Onganía.
En mayo de 1969, se combinaron el descontento gremial y estudiantil con las tensiones de la sociedad civil en una ola de desobediencia social generalizada.
Rol de los sindicatos y de los militantes peronistas
Sin pretender desmerecer el rol de la izquierda, el análisis político de los participantes en el Cordobazo muestra, a las claras, el franco predominio del peronismo combativo, gremial y universitario, sobre la izquierda estudiantil y sindical.
Sin embargo, el levantamiento popular no ingresó en el panteón peronista como uno de sus días más sagrados, a pesar del papel decisivo jugado por los sindicatos y los militantes peronistas, sino que fue asociado, casi exclusivamente, con sectores del movimiento obrero y político de izquierda para simbolizar un nuevo tipo de protesta.
Vísperas del incendio
En Corrientes, el incremento del ticket del comedor universitario privatizado, originó manifestaciones, que al ser impedidas produjeron la represión policial y la muerte del estudiante de medicina, Juan Cabral, el 15 de Mayo de 1969. Por ello, se desatan protestas estudiantiles en todo el país que son especialmente graves en Rosario, que es ocupada militarmente, y donde fue asesinado el estudiante de ciencias económicas, Adolfo Bello.
En Córdoba, los paros para los días 15 y 16 de Mayo, en razón de las "quitas zonales" y el no reconocimiento de la antigüedad por transferencias de empresas, también van caldeando el clima.
Las delegaciones regionales de la CGT, en el interior del país, y los sindicatos locales declaran su solidaridad con los estudiantes. Y las dos CGT nacionales proclaman para el 30 de mayo una huelga general de 24 horas en protesta contra la represión oficial y la política económica. Fue, en más de dos años, el primer signo de movilización sindical organizada en escala nacional.
Preparados para luchar
Hasta ese momento, la modalidad predominante de movilización callejera era el "acto relámpago", donde se manifestaba contra el gobierno, se tiraban bombas de estruendo, "volantes" y "mariposas", y se desaparecía rápidamente, cuando llegaban las fuerzas represivas, para evitar caer preso.
Pero, ocurrió un hecho que me llamó poderosamente la atención y fue la asamblea general de los mecánicos del SMATA realizada el 14 de mayo en el club Córdoba Sport. Concluida la reunión, se inició una marcha por el centro de la ciudad, donde participé, que fue disuelta violentamente por la policía.
Los trabajadores no se dispersaron, sino que enfrentaron violentamente a la represión, en una verdadera batalla campal, lo que reveló claramente que la decisión de ir a una lucha frontal contra el aparato represivo del régimen militar estaba tomada por las bases obreras.
Así, los sectores populares generaron nuevas formas de lucha, nuevos procedimientos de defensa y de ataque en relación con las nuevas coyunturas que el proceso político fue forjando en su desarrollo. El 29 de mayo de 1969 se cambia la dinámica de las manifestaciones populares.
En las reuniones de coordinación previas en las que participé, como Presidente del Integralismo, se acuerda que si había represión del Gobierno, habría también una respuesta igualmente contundente por parte de las organizaciones populares.
Es decir, resolvemos ir al enfrentamiento, a pelear contra el aparato represivo de la policía. Esa es la gran diferencia con las manifestaciones anteriores y por eso, el rasgo más destacado de esa histórica jornada fue la lucha callejera.
Contra todo espontaneísmo, los sindicatos y el movimiento estudiantil organizaron y dirigieron esa lucha de masas. Así, el Cordobazo fue preparado al detalle. Lo espontáneo fue la dimensión y el tamaño de la reacción popular. Lo hecho muestra la ejemplar preparación previa de los trabajadores, en especial del SMATA y Luz y Fuerza.
Los estudiantes y los sindicalistas se van equipando para el enfrentamiento. Disponen de bombas molotov, miguelitos, hondas, bulones, barras y recortes de acero y algunas pocas armas de fuego; para enfrentar a una policía que, como ya lo había hecho antes, usaría armas de fuego además de las pistolas lanza gases.
Descomposición del aparato represivo
El régimen había entrado en crisis, el descontento y las movilizaciones recorrían el país; y la fuerte presión de las mismas hicieron que la CGT de Vandor y a la CGTA de Ongaro decretaran un paro general para el día viernes 30 de mayo de 1969.
Pero en Córdoba, el reagrupamiento del movimiento obrero en las semanas anteriores y el clima de enfrentamiento, llevó a la CGT local unificada a establecer un "paro activo" a partir de las 10 de la mañana del 29 de mayo con abandono de fábrica.
Éramos concientes de que algo muy grande iba a suceder aquel 29 de mayo. La noche anterior, en vísperas de entrar en acción, mientras realizábamos la "vigilia de armas" en la CGT, ultimábamos los detalles de la movilización y reflexionábamos sobre si estábamos preparados para el enfrentamiento de día siguiente, un grupo de policías vino hasta la puerta del local sindical y pidió hablar con el dirigente gremial telefónico, el "Gringo" Settembrino, que estaba con nosotros. En nuestra presencia le manifestaron que un sector importante de sus camaradas no estaba dispuesto a reprimir la movilización obrera, cosa que posteriormente ocurrió y por ello fueron arrestados.
Avance popular hacia el centro de la ciudad
El jueves 29, a la mañana temprano, con Jorge Busti y otros compañeros pasamos a buscar por el hotel a Rodolfo Ortega Peña (luego asesinado por las AAA) y a Eduardo Luís Duhalde (ex secretario de Derechos Humanos de la Nación) que estaban en Córdoba con José María Rosa desarrollando un curso que organizamos sobre "Los caudillos federales", y a quienes acompañamos en las primeras horas de ese histórico día.
A las 10 horas el movimiento obrero deja sus lugares de trabajo organizados en columnas, siguiendo las rutas establecidas el día anterior. Las columnas son socialmente homogéneas, sus integrantes se conocen y, a la vez, se puedan identificar fácilmente a los sindicatos intervinientes y, para el caso de los estudiantes, las facultades a las que pertenecen, lo que le da una gran uniformidad y solidez al conjunto movilizado.
Desde Grandes Motores Diesel y Perkins, por la Ruta 9; desde Perdriel e Ilasa, en las cercanías del aeropuerto de Pajas Blancas; desde la central de Lima y Maipú de la Empresa Provincial de Electricidad de Córdoba (EPEC), desde Santa Isabel, por el camino a Alta Gracia, las columnas obreras, densas, compactas, cargadas de impulso y rebeldía, doblegarían los sucesivos cordones policiales que las esperaban armas en mano.
Táctica de las fuerzas represivas
La marcha hacia el centro se lleva a cabo y la lucha se entabla cuando reprime la Policía. Las columnas que son agredidas, inmediatamente se rearman y siguen su marcha. La primera batalla se libran cerca del mediodía, 5.000 obreros mecánicos frente al Hogar Pizzurno, en la Avenida Vélez Sarsfield.
La policía advierte que no puede impedir el desplazamiento del movimiento popular, porque avanzaba en múltiples columnas. Entonces concentran su atención en la custodia de lugares estratégicos: medios de comunicación, dependencias oficiales, usinas, puentes, etc.
Ocupación del centro de Córdoba
A partir del momento en que la mayoría de las columnas llegan a la zona del centro de la ciudad, entran en contacto los distintos sectores movilizados y se generaliza la lucha en condiciones de ciudad ocupada.
A las 12,30 horas, entretanto, una fuerte batalla campal hacía retroceder y huir a la caballería policial (los "cosacos") en las inmediaciones de la plaza Vélez Sarsfield y allí cerca cae la primera víctima fatal, el obrero de IKA-Renault, Máximo Mena.
Al circular la noticia de la muerte se construyen barricadas para defenderse de la policía en casi todas las esquinas, siendo reforzadas con fogatas; se vuelcan y se incendian vehículos para obstaculizar el desplazamiento de las fuerzas policiales y se producen algunos pocos casos de saqueos a comercios.
Combate de masas callejero
La policía reprime cargando con la caballería, arrojando granadas de gases lacrimógenos y disparando con armas de fuego. Se inicia el combate de masas callejero. Las fuerzas policiales no tienen espacio para tomar prisioneros; en ese momento sólo se registran muertos y heridos de ambos bandos.
Contando con el apoyo y la participación de toda la población, más de 50.000 mil manifestantes se adueñan de la ciudad, levantando barricadas y combatiendo contra la policía, que derrotada, debió replegarse a sus cuarteles dejando la ciudad en manos de los trabajadores y estudiantes.
Por primera vez, desde la Semana Trágica, el aparato represivo es puesto en retirada por las fuerzas populares. Desesperado, el gobernador pide auxilio al Ejército. Los vecinos de la zona céntrica y estudiantes sueltos, se solidarizan con los obreros y colaboran en forma abierta en la sublevación popular.
A las 13.15 horas el Ejército emite un comunicado informando que se han constituido los Consejos de Guerra, pero nadie se retira del campo de batalla que abarca más de 200 manzanas.
Lucha en las calles
Se toma por asalto el Círculo de Suboficiales del Ejército, en San Luís y La Cañada, donde queman, destrozan y arrojan a la calle todo lo que encuentran en su interior, se incendia la firma estadounidense Xerox, la concesionaria Citroen, las oficinas de la Dirección General de Rentas, y la Aduana. Los manifestantes toman como rehenes a cinco agentes de policía a quienes se los conduce a una casa particular para luego ser liberados.
Se mantienen, defienden y construyen más barricadas; se producen atentados, destrozos, incendio de comercios y de coches, expropiaciones de armas a la policía, ataques a comisarías. La lucha es frontal, total. En ese momento se produce la derrota absoluta de la policía provincial y la fuga total de los efectivos, que se refugian en el Cabildo de la Ciudad.
El Ejército entra en operaciones
A las 15.45 horas se da a conocer otro bando militar anunciando que a las 17 horas el Ejército entrará en operaciones. La policía provincial se retira del campo de batalla.
En ese momento, las escaramuzas se habían extendido a todos los barrios de la ciudad y se suceden las siguientes acciones: asalto e incendio a organismos oficiales; enfrentamientos armados en el barrio Alberdi; atentados a líneas de electricidad; destrozos de destacamentos policiales y de comisarías; baleo contra domicilios de funcionarios públicos y acciones aisladas de francotiradores. En este momento del combate, ambos bandos disparan con armas de fuego.
Todas estas acciones se despliegan en momentos en que la policía se ha retirado del escenario de las luchas y éste se encuentra bajo el control del Ejército y Gendarmería.
Desenlace de la rebelión popular
En la noche, el Ejército logra desalojar el centro, haciendo fuego indiscriminadamente, registrándose heridos en ambos bandos, pero ahora se ha creado el espacio para las detenciones. Se allanan sindicatos y la CGT "A", se llevan a cabo arrestos y se ponen en marcha inmediatamente los Consejos de Guerra. Así, son condenados los dirigentes Canelles, 10 años de cárcel; Tosco, 8 años; Elpidio Torres, 7 años. Estas fueron las respuestas de la dictadura a la pueblada.
El saldo de la batalla de Córdoba fue trágico. Más de 16 héroes y mártires muertos, cientos de heridos y numerosos detenidos. Pero la rebelión popular, tal como fue planeada, triunfó, el pueblo se hacia dueño de su destino y la dictadura de Onganía quedó herida de muerte y con ella sus proyectos de perpetuarse 20 años en el poder.
Etapa de rebeliones persistentes
El Cordobazo puso en evidencia las limitaciones del Estado autoritario implantado en 1966 y de una política económica que sólo satisfacía los intereses del gran capital monopolista nacional y extranjero.
Desde 1969 hasta 1971, la clase obrera cordobesa llevó adelante un colosal ascenso político que no sólo fue determinante para acabar con las dictaduras de los generales Onganía y Levingston, sino que también selló la suerte de distintos gobiernos provinciales. Además, el Cordobazo fue el hito inicial de un proceso de agravamiento de la protesta social y la lucha violenta que, durante varios años, se desarrolló en la sociedad argentina.
También, esta rebelión fue el punto más alto en el curso de la lucha popular que se inicio en 1955 y culminaría en 1972 con el regreso de Juan Perón a la Patria, el peronismo aglutinando a todo el pueblo, el triunfo electoral de 1973 y las Fuerzas Armadas saliendo por la puerta de atrás de la Casa Rosada.
El Cordobazo, signado por la metodología de la violencia popular, nos enseñó que cada pueblo tiene la capacidad de desarrollar respuestas acordes con el tiempo que le toca vivir, que pueden tomar distintas formas: legales o ilegales; pacificas o violentas. Y nos demostró que: con una política popular, con dirigentes firmes y unidad de todos los sectores, se pueden derrotar los proyectos reaccionarios más represivos y cruentos, aunque parezcan muy sólidos.
El 29 de mayo de 1969, los obreros y estudiantes de Córdoba nos sublevamos contra un orden opresivo y carente de libertad, un gobierno autoritario, usurpador e ilegítimo que recurría a la represión para conservar y gestionar el poder, para imponer sus intereses económicos y ejercer su voluntad política. Y asumimos el derecho a la rebelión, que es del pueblo. Y ese derecho, que nace en la aspiración a la libertad, de la Patria y de las personas, es un derecho irrenunciable.
 Por eso esta crónica merece ser recordada. Y quienes en aquel 29 de mayo de 1969 tuvimos la oportunidad de estar allí, de ser partícipe de tan histórico hecho que nos marcó a fuego, y estamos vivos para contarlo, tenemos el ineludible deber de hacer conocer esta historia, ejemplo popular de movilización y lucha que dejó huellas imborrables en toda una generación de militantes obreros y juveniles, para enseñar a las nuevas generaciones que la mejor forma de lucha es aquella que responde a la situación histórica concreta que se esta viviendo.


INFORME ESPECIAL!!!! Fue el 29 de mayo de 1969 El Cordobazo: Causas y consecuencias de una insurrección popular Este 29 de mayo recordamos el "Cordobazo". Como partícipe de ese gran levantamiento obrero-estudiantil del año 1969 contra la dictadura militar quiero aportar algunos elementos para una explicación histórica que permita comprender las características reales del hecho, porque y cómo ocurrió el Cordobazo, más allá de los mitos e interpretaciones interesadas. Dictadura militar represiva Corresponde rastrear los orígenes del Cordobazo varios años atrás, en los inicios mismos de la denominada Revolución Libertadora. La cuestión se origina con la proscripción del peronismo en 1955, que planteó tres grandes problemas: la identidad de la masa de trabajadores y su nucleamiento en torno de los sindicatos peronistas; la ilegitimidad del escenario seudo democrático establecido por quienes derrocaron a Perón; y, finalmente, la división de criterios entre los partidos políticos "gorilas" y las Fuerzas Armadas sobre qué hacer con los peronistas. Al no poder resolver el intríngulis, el golpe militar del 28 de junio de 1966 se produce para evitar el triunfo del peronismo en las elecciones a gobernador en la Provincia de Buenos Aires, que tenían que celebrarse en marzo de 1967. Así, la Revolución Argentina pone su autoridad dictatorial al servicio de la proscripción política y los intereses económicos del gran capital monopólico e imperialista, que sostiene su hegemonía instalando un régimen represivo sin consenso ni capacidad para el diálogo, que despreciaba la política, mientras apostaba a la economía ultraliberal y postergaba la acción social. Como bien lo definía un prohombre del peronismo, John William Cooke: "Este gobierno es una mezcla de lo peor que tiene cada sistema: del liberalismo aplica el libre cambio y la libre empresa, del fascismo y variantes feudales diversas, el autoritarismo, las jerarquías consideradas como de orden divino; del cristianismo, la moralina ultramontana, el clericalismo, la utilización reaccionaria de los sentimientos religiosos para sostener todo lo que es orden establecido". Deseaban un país que produjera en medio del aburrimiento, la sequedad de espíritu, la estolidez conservadora; sin peronismo, sin pueblo ni rebeldía, sin parejas de novios en las plazas públicas. Liquidar las conquistas laborales Con el golpe militar, se instaló un fuerte régimen autoritario resuelto a imponer la racionalización de la economía argentina y a modernizar el Estado, lo que conducirían a la instauración de un sector de la economía dominante, competitivo y dinámico, donde prevalecería el gran capital extranjero. El desarrollo de ese sector se lograría mediante una sustancial redistribución de los ingresos en detrimento de los asalariados y del sector agrario; y en beneficio de los empresarios industriales y financieros. Esto seria alcanzado mediante un riguroso control estatal de los salarios y la reorientación, por el Estado, de los recursos generados por las exportaciones agrarias. Se ordenó un riguroso plan de estabilización monetaria consistente en controles salariales, restricción fiscal, reducción del crédito y devaluación del peso. Un importante blanco de la racionalización era el sector estatal y las economías regionales subsidiadas. El resultado lógico de esta política sería una intensa concentración de recursos económicos en el polo dinámico de la economía argentina. Para lograrlo, se suspendió toda actividad política, para abolir así el sistema de negociación mediante el cual los grupos sociales intentan imponer en el plano del Estado los reclamos de sus votantes, lo que condenaba a las autoridades a interminables rondas de negociaciones y a una política económica vacilante. Un Estado controlado por una elite militar y económica, no estaba en la obligación de atender a otros grupos de interés. El principal objetivo contra el que apuntaba la nueva autoridad estatal, inmunizada contra la política, eran la clase trabajadora y el movimiento gremial. Suspender el funcionamiento del sistema político, imponer estrictos límites a los aumentos salariales y diferir la realización normal de negociaciones colectivas, se podía realizar mediante la existencia de un régimen autoritario que había concentrado y centralizado el poder estatal y estuviera resuelto a utilizar inequívocamente el poder del Estado contra los sindicatos y la clase trabajadora. La determinación del nuevo régimen de controlar, y si era necesario reprimir, al movimiento sindical, era ineludible para liquidar las conquistas laborales, creando un mercado laboral flexible, eliminando el poder que el movimiento obrero organizado ejercía en la sociedad. Así, se congelaron los salarios por 18 meses, se dejó sin efecto la ley 14.250 de negociaciones colectivas y se estableció el "arbitraje obligatorio", una medida que eliminaba el derecho de huelga. Particularidades de Córdoba El 29 de mayo de 1969, Córdoba se alzó contra esa dictadura militar, contra las proscripciones políticas y en defensa de los derechos sociales. La confluencia de obreros y estudiantes forjó la unión de la lucha económico-sindical y la lucha política antidictatorial, dentro de un proceso de profundas contradicciones sociales. En Córdoba, la protesta tenía motivos adicionales de queja. El desencadenante particular y concreto del coflicto, en el plano gremial, fue la aplicación de las "quitas zonales" (un derecho patronal de aplicar, en algunas provincias, reducciones salariales sobre el sueldo pactado en las convenciones colectivas a nivel nacional) y una ley que unificaba la jornada laboral en 48 horas semanales, que implicaba la derogación del "sábado ingles" en cinco provincias, incluida Córdoba. Al mismo tiempo se anunciaba el congelamiento de los convenios colectivos y de los salarios. En Córdoba, las industrias automotrices y metalúrgicas atravesaban los peores años de su historia. Los propietarios de los talleres y las fábricas autopartistas que constituían la industria local eran inflexibles a las demandas sindicales. Las grandes empresas intentan aprovechar la situación de debilidad gremial y la posición de indefensión de los trabajadores para disminuir los costos laborales mediante la reducción de la jornada de trabajo y las suspensiones temporarias de la producción. La política social de la dictadura de salarios congelados, despidos injustificados y masivos, anulación de indemnizaciones, etc., generaron estas jornadas de rebelión popular generalizada. Los participantes de la rebelión El 29 de mayo de 1969, la clase trabajadora, los universitarios y el pueblo de Córdoba fueron protagonistas de un jalón histórico, en medio de una huelga general activa de 36 horas, con movilización y concentración, convocada por la CGT local. El legendario dirigente peronista John W. Cooke sostenía que esa alianza de trabajadores, estudiantes, pueblo y tradición de rebeldía, que se dio en el Cordobazo y que lideraron los sindicatos, eran como un cóctel Molotov: simple en sus componentes y fácilmente disponibles, inofensivos si estaban separados, pero con efectos devastadores cuando se conjugaban al unísono, bajo ciertas condiciones y con una mano diestra para utilizarlos. Así distinguimos el sucesivo protagonismo de los trabajadores en las horas iniciales, la sociedad en su conjunto en las horas intermedias, y los militantes y estudiantes en la resistencia final, a la noche en el barrio estudiantil Clínicas. a) El movimiento obrero En esos años, Córdoba era el centro de la industria automotriz argentina y el escenario de una clase obrera particularmente activa y militante. El aspecto distintivo de la política obrera cordobesa es un proletariado con una identidad abrumadoramente peronista. Con el Cordobazo emerge una antigua tradición local de sindicalismo combativo e independiente, a la vez abierto y democrático, que tiene un importante desarrollo después de 1969. Subrayamos la importancia, que en esa tradición, tuvo el justicialismo y los trabajadores de la "resistencia peronista": militantes sindicales movilizados por la proscripción política y el ajuste capitalista, que desbordaron los límites de la dirigencia sindical para expresar con pureza sus intereses concretos de clase, ligado al conjunto de los trabajadores, para lograr un mayor bienestar inmediato y una mejor participación en el reparto de la riqueza social. La clase obrera fue el principal protagonista del levantamiento. La política anti-popular de Onganía alentó a la unidad en la acción de sectores gremiales que estaban divididos nacionalmente: por un lado la CGT oficial, de peronistas vandoristas y participacionistas, por otro la CGT de los Argentinos, donde se nucleaban peronistas de izquierda, peronistas ortodoxos e independientes (radicales e izquierda independiente) La singularidad cordobesa era el peso del llamado "verticalismo" -los gremialistas ortodoxos que se proclaman leales a Perón y se enfrentan con los dirigentes sindicales nacionales vandoristas- que termina fortaleciendo la independencia de las direcciones gremiales provinciales, de la burocracia sindical nacional. La fuerte identidad regional de los trabajadores de Córdoba y su oposición a la interferencia porteña, permitió que fueran artífices de una alianza popular centrada en la CGT Regional Córdoba, vanguardia de luchas políticas y sociales. Una CGT que dirigió las primeras huelga contra la "Revolución Libertadora", enarbolando los programas obreros revolucionarios de Huerta Grande y La Falda. Una de las lecturas erróneas del Cordobazo es no reconocer que la inmensa mayoría de los gremios que participaron del paro activo y de la movilización del 29 de mayo, 50 sobre un total de 55, tenían conducción peronista y apoyo de bases del mismo signo. Las principales manifestaciones políticas de esa identidad peronista de los sectores populares se daban en la exclusión política que sufrían como ciudadanos por la proscripción y en su adhesión a un movimiento sindical que continuaba definiéndose como parte del peronismo y no meramente como organizaciones corporativas de la clase obrera. Las características de la mayoría de los dirigentes gremiales, su historia y trayectoria anterior, sus ideas políticas, muestran que el Cordobazo fue la continuación de las luchas obreras que arrancaron en la resistencia peronista, en 1955. Los Secretarios Generales de los Gremios Elpidio Torres, del SMATA, y el lucifuercista Agustín "El Gringo" Tosco fueron las principales figuras del Cordobazo, junto con Atilio "El Negro" López que encabezaba el importante gremio de los choferes (UTA), el "Cabezón" Miguel Ángel Correa (maderero), "El Negro" Héctor Castro (ATE) y Jorge Canelles (UOCRA), tuvieron activa participación en las luchas previas que prepararon el clima de la rebelión. b) El movimiento estudiantil El movimiento estudiantil se había opuesto al gobierno del general Ongania desde los primeros días de la dictadura cuando fueron arrasadas las autonomías de las universidades con brutalidad castrense, en lo que se conoció como "La noche de los bastones largos". Los universitarios veníamos de un intenso fogueo anterior en múltiples manifestaciones de rechazo a la autoridad militar, y la gran huelga universitaria del año 1966 donde es asesinado, en una protesta callejera, el integralista Santiago Pampillón, estudiante y obrero de la automotriz IKA-Renault, en una lucha librada para resistir la intervención en las Universidades. Con la intervención militar en la Universidad, las discusiones sobre la autonomía y el gobierno tripartito, su función específica y la vinculación con la sociedad dejaron paso a visiones más instrumentales acerca de la contribución a la "revolución" en términos de militancia, concientización y organización de cuadros. En la clandestinidad, la política estudiantil se hizo cada vez mas radicalizada. Y, tanto la izquierda peronista como la nueva izquierda marxista, ganaron adeptos. Las agrupaciones estudiantiles, a pesar de actuar en la ilegalidad, tenían un alto grado de organización, muy superior a la de los partidos políticos que entonces estaban disueltos, y eran solo superadas, en organización, por algunos sindicatos obreros. La influencia de la revolución cubana en la izquierda y los enfoques combativos de "El Bebe" Cooke en el peronismo, desplazaron al conjunto de los universitarios hacia posiciones cada vez más revolucionarias. Los estudiantes que enfrentaban a los militares ya no eran aquellos gorilas que el peronismo había retado en su ciclo inicial de 1946 a 1955. La principal fuerza estudiantil en Córdoba era el Integralismo, un movimiento universitario originado en el cristianismo, donde influían los sacerdotes que asumían el Concilio Vaticano II y, que antes de 1969, expresaba los síntomas más claros de lo que seria la "peronización" de las clases medias y constituirían los brotes iniciales del peronismo revolucionario. Era una corriente fuerte en Córdoba, San Luis y el Chaco, con características similares al Humanismo de Buenos Aires y Tucumán y los Ateneos de Rosario, Santa Fe y Corrientes. El Integralismo era un movimiento estudiantil activo, fuertemente influido por reivindicaciones universitarias concretas y por las movilizaciones de la CGT de los Argentinos, con una práctica militante asentada en la movilización popular, porque desde 1966 huelga obrera, conflicto, plan de lucha, eran cuestiones familiares para los estudiantes de la época. Heterogéneo y masivo, allí militamos los que formaríamos la Juventud Peronista de los 70, el Peronismo de Base y la Guardia de Hierro. Actuábamos dentro de los sindicatos obreros, que era el ambiente natural de los peronistas universitarios, el campamento donde nos refugiábamos y conseguíamos apoyos. Los dirigentes sindicales eran figuras habituales para nosotros, y como estudiantes participábamos en las luchas gremiales. Además, tomábamos inevitable y naturalmente partido por algún sector en las elecciones gremiales. En el sindicato guardábamos los mimeógrafos, los carteles, el engrudo, los bombos. Allí se hacían las reuniones clandestinas, allí se escuchaba el último casette de Perón, llegado de Madrid. Además, en el movimiento estudiantil, revistaba la Federación Universitaria de Córdoba (FUC), donde pesaba un sector marxista pro-peronista: el Frente Estudiantil Nacional (FEN). También en la FUC coexistían: el Movimiento de Liberación Nacional (MALENA) liderado por Ismael Viñas, la izquierda nacional seguidora de Abelardo Ramos, los socialistas del Movimiento Nacional Reformista (M.N.R.) de Estévez Boero, la Juventud Comunista, los radicales de la Franja Morada que sufrieron el impacto disgregador de la caída de Illia y variadas agrupaciones minoritarias izquierdistas y trostkistas. Los grupos universitarios más izquierdistas no participaron en la movilización del Cordobazo, debido a que esta fue convocada por la CGT, a la que calificaban de burocrática. En los días previos, en asambleas universitarias, se habían opuesto a la movilización sindical, por considerarla una maniobra de los dirigentes. Esos grupos, cuando se produjo la rebelión, sorprendidos in fraganti intentaron quitarle a los sindicatos y a sus dirigentes el indiscutible papel protagónico que tuvieron. Así, desarrollaron las tesis del espontaneísmo del Cordobazo, mito que aun hoy sostienen. c) La Sociedad La reputación de Córdoba como ciudad rebelde de la Argentina era bien merecida. Toda la población de una ciudad contestataria, portadora de un espíritu de resistencia legendario y que atravesaba un momento especial de su historia, se expresó porque no soportaba el opresivo clima impuesto por la dictadura, como la anulación de los partidos políticos y de la actividad política, lo que le dio el carácter masivo a la protesta. Además, Córdoba era la capital industrial del interior. En ella estaban instaladas la mayoría de las fábricas de autos del país, industrias modernas como Fíat e IKA-Renault. Los obreros de esas plantas, y de un montón de fábricas de auto piezas que trabajaba para ellas, eran más preparados y recibían salarios más altos que el promedio percibido en otras provincias. Para colmo, el gobernador interventor en Córdoba, Carlos Caballero, un católico ultramontano, sumó a la bronca obrera y estudiantil crispando a los sectores de clase media cuando, a comienzos de 1969, aumentó fuertemente los impuestos a la propiedad, poniéndose en contra un gran sector ya descontento con la suspensión de las libertades cívicas y la ausencia de participación política bajo el régimen autoritario de Onganía. En mayo de 1969, se combinaron el descontento gremial y estudiantil con las tensiones de la sociedad civil en una ola de desobediencia social generalizada. Rol de los sindicatos y de los militantes peronistas Sin pretender desmerecer el rol de la izquierda, el análisis político de los participantes en el Cordobazo muestra, a las claras, el franco predominio del peronismo combativo, gremial y universitario, sobre la izquierda estudiantil y sindical. Sin embargo, el levantamiento popular no ingresó en el panteón peronista como uno de sus días más sagrados, a pesar del papel decisivo jugado por los sindicatos y los militantes peronistas, sino que fue asociado, casi exclusivamente, con sectores del movimiento obrero y político de izquierda para simbolizar un nuevo tipo de protesta. Vísperas del incendio En Corrientes, el incremento del ticket del comedor universitario privatizado, originó manifestaciones, que al ser impedidas produjeron la represión policial y la muerte del estudiante de medicina, Juan Cabral, el 15 de Mayo de 1969. Por ello, se desatan protestas estudiantiles en todo el país que son especialmente graves en Rosario, que es ocupada militarmente, y donde fue asesinado el estudiante de ciencias económicas, Adolfo Bello. En Córdoba, los paros para los días 15 y 16 de Mayo, en razón de las "quitas zonales" y el no reconocimiento de la antigüedad por transferencias de empresas, también van caldeando el clima. Las delegaciones regionales de la CGT, en el interior del país, y los sindicatos locales declaran su solidaridad con los estudiantes. Y las dos CGT nacionales proclaman para el 30 de mayo una huelga general de 24 horas en protesta contra la represión oficial y la política económica. Fue, en más de dos años, el primer signo de movilización sindical organizada en escala nacional. Preparados para luchar Hasta ese momento, la modalidad predominante de movilización callejera era el "acto relámpago", donde se manifestaba contra el gobierno, se tiraban bombas de estruendo, "volantes" y "mariposas", y se desaparecía rápidamente, cuando llegaban las fuerzas represivas, para evitar caer preso. Pero, ocurrió un hecho que me llamó poderosamente la atención y fue la asamblea general de los mecánicos del SMATA realizada el 14 de mayo en el club Córdoba Sport. Concluida la reunión, se inició una marcha por el centro de la ciudad, donde participé, que fue disuelta violentamente por la policía. Los trabajadores no se dispersaron, sino que enfrentaron violentamente a la represión, en una verdadera batalla campal, lo que reveló claramente que la decisión de ir a una lucha frontal contra el aparato represivo del régimen militar estaba tomada por las bases obreras. Así, los sectores populares generaron nuevas formas de lucha, nuevos procedimientos de defensa y de ataque en relación con las nuevas coyunturas que el proceso político fue forjando en su desarrollo. El 29 de mayo de 1969 se cambia la dinámica de las manifestaciones populares. En las reuniones de coordinación previas en las que participé, como Presidente del Integralismo, se acuerda que si había represión del Gobierno, habría también una respuesta igualmente contundente por parte de las organizaciones populares. Es decir, resolvemos ir al enfrentamiento, a pelear contra el aparato represivo de la policía. Esa es la gran diferencia con las manifestaciones anteriores y por eso, el rasgo más destacado de esa histórica jornada fue la lucha callejera. Contra todo espontaneísmo, los sindicatos y el movimiento estudiantil organizaron y dirigieron esa lucha de masas. Así, el Cordobazo fue preparado al detalle. Lo espontáneo fue la dimensión y el tamaño de la reacción popular. Lo hecho muestra la ejemplar preparación previa de los trabajadores, en especial del SMATA y Luz y Fuerza. Los estudiantes y los sindicalistas se van equipando para el enfrentamiento. Disponen de bombas molotov, miguelitos, hondas, bulones, barras y recortes de acero y algunas pocas armas de fuego; para enfrentar a una policía que, como ya lo había hecho antes, usaría armas de fuego además de las pistolas lanza gases. Descomposición del aparato represivo El régimen había entrado en crisis, el descontento y las movilizaciones recorrían el país; y la fuerte presión de las mismas hicieron que la CGT de Vandor y a la CGTA de Ongaro decretaran un paro general para el día viernes 30 de mayo de 1969. Pero en Córdoba, el reagrupamiento del movimiento obrero en las semanas anteriores y el clima de enfrentamiento, llevó a la CGT local unificada a establecer un "paro activo" a partir de las 10 de la mañana del 29 de mayo con abandono de fábrica. Éramos concientes de que algo muy grande iba a suceder aquel 29 de mayo. La noche anterior, en vísperas de entrar en acción, mientras realizábamos la "vigilia de armas" en la CGT, ultimábamos los detalles de la movilización y reflexionábamos sobre si estábamos preparados para el enfrentamiento de día siguiente, un grupo de policías vino hasta la puerta del local sindical y pidió hablar con el dirigente gremial telefónico, el "Gringo" Settembrino, que estaba con nosotros. En nuestra presencia le manifestaron que un sector importante de sus camaradas no estaba dispuesto a reprimir la movilización obrera, cosa que posteriormente ocurrió y por ello fueron arrestados. Avance popular hacia el centro de la ciudad El jueves 29, a la mañana temprano, con Jorge Busti y otros compañeros pasamos a buscar por el hotel a Rodolfo Ortega Peña (luego asesinado por las AAA) y a Eduardo Luís Duhalde (ex secretario de Derechos Humanos de la Nación) que estaban en Córdoba con José María Rosa desarrollando un curso que organizamos sobre "Los caudillos federales", y a quienes acompañamos en las primeras horas de ese histórico día. A las 10 horas el movimiento obrero deja sus lugares de trabajo organizados en columnas, siguiendo las rutas establecidas el día anterior. Las columnas son socialmente homogéneas, sus integrantes se conocen y, a la vez, se puedan identificar fácilmente a los sindicatos intervinientes y, para el caso de los estudiantes, las facultades a las que pertenecen, lo que le da una gran uniformidad y solidez al conjunto movilizado. Desde Grandes Motores Diesel y Perkins, por la Ruta 9; desde Perdriel e Ilasa, en las cercanías del aeropuerto de Pajas Blancas; desde la central de Lima y Maipú de la Empresa Provincial de Electricidad de Córdoba (EPEC), desde Santa Isabel, por el camino a Alta Gracia, las columnas obreras, densas, compactas, cargadas de impulso y rebeldía, doblegarían los sucesivos cordones policiales que las esperaban armas en mano. Táctica de las fuerzas represivas La marcha hacia el centro se lleva a cabo y la lucha se entabla cuando reprime la Policía. Las columnas que son agredidas, inmediatamente se rearman y siguen su marcha. La primera batalla se libran cerca del mediodía, 5.000 obreros mecánicos frente al Hogar Pizzurno, en la Avenida Vélez Sarsfield. La policía advierte que no puede impedir el desplazamiento del movimiento popular, porque avanzaba en múltiples columnas. Entonces concentran su atención en la custodia de lugares estratégicos: medios de comunicación, dependencias oficiales, usinas, puentes, etc. Ocupación del centro de Córdoba A partir del momento en que la mayoría de las columnas llegan a la zona del centro de la ciudad, entran en contacto los distintos sectores movilizados y se generaliza la lucha en condiciones de ciudad ocupada. A las 12,30 horas, entretanto, una fuerte batalla campal hacía retroceder y huir a la caballería policial (los "cosacos") en las inmediaciones de la plaza Vélez Sarsfield y allí cerca cae la primera víctima fatal, el obrero de IKA-Renault, Máximo Mena. Al circular la noticia de la muerte se construyen barricadas para defenderse de la policía en casi todas las esquinas, siendo reforzadas con fogatas; se vuelcan y se incendian vehículos para obstaculizar el desplazamiento de las fuerzas policiales y se producen algunos pocos casos de saqueos a comercios. Combate de masas callejero La policía reprime cargando con la caballería, arrojando granadas de gases lacrimógenos y disparando con armas de fuego. Se inicia el combate de masas callejero. Las fuerzas policiales no tienen espacio para tomar prisioneros; en ese momento sólo se registran muertos y heridos de ambos bandos. Contando con el apoyo y la participación de toda la población, más de 50.000 mil manifestantes se adueñan de la ciudad, levantando barricadas y combatiendo contra la policía, que derrotada, debió replegarse a sus cuarteles dejando la ciudad en manos de los trabajadores y estudiantes. Por primera vez, desde la Semana Trágica, el aparato represivo es puesto en retirada por las fuerzas populares. Desesperado, el gobernador pide auxilio al Ejército. Los vecinos de la zona céntrica y estudiantes sueltos, se solidarizan con los obreros y colaboran en forma abierta en la sublevación popular. A las 13.15 horas el Ejército emite un comunicado informando que se han constituido los Consejos de Guerra, pero nadie se retira del campo de batalla que abarca más de 200 manzanas. Lucha en las calles Se toma por asalto el Círculo de Suboficiales del Ejército, en San Luís y La Cañada, donde queman, destrozan y arrojan a la calle todo lo que encuentran en su interior, se incendia la firma estadounidense Xerox, la concesionaria Citroen, las oficinas de la Dirección General de Rentas, y la Aduana. Los manifestantes toman como rehenes a cinco agentes de policía a quienes se los conduce a una casa particular para luego ser liberados. Se mantienen, defienden y construyen más barricadas; se producen atentados, destrozos, incendio de comercios y de coches, expropiaciones de armas a la policía, ataques a comisarías. La lucha es frontal, total. En ese momento se produce la derrota absoluta de la policía provincial y la fuga total de los efectivos, que se refugian en el Cabildo de la Ciudad. El Ejército entra en operaciones A las 15.45 horas se da a conocer otro bando militar anunciando que a las 17 horas el Ejército entrará en operaciones. La policía provincial se retira del campo de batalla. En ese momento, las escaramuzas se habían extendido a todos los barrios de la ciudad y se suceden las siguientes acciones: asalto e incendio a organismos oficiales; enfrentamientos armados en el barrio Alberdi; atentados a líneas de electricidad; destrozos de destacamentos policiales y de comisarías; baleo contra domicilios de funcionarios públicos y acciones aisladas de francotiradores. En este momento del combate, ambos bandos disparan con armas de fuego. Todas estas acciones se despliegan en momentos en que la policía se ha retirado del escenario de las luchas y éste se encuentra bajo el control del Ejército y Gendarmería. Desenlace de la rebelión popular En la noche, el Ejército logra desalojar el centro, haciendo fuego indiscriminadamente, registrándose heridos en ambos bandos, pero ahora se ha creado el espacio para las detenciones. Se allanan sindicatos y la CGT "A", se llevan a cabo arrestos y se ponen en marcha inmediatamente los Consejos de Guerra. Así, son condenados los dirigentes Canelles, 10 años de cárcel; Tosco, 8 años; Elpidio Torres, 7 años. Estas fueron las respuestas de la dictadura a la pueblada. El saldo de la batalla de Córdoba fue trágico. Más de 16 héroes y mártires muertos, cientos de heridos y numerosos detenidos. Pero la rebelión popular, tal como fue planeada, triunfó, el pueblo se hacia dueño de su destino y la dictadura de Onganía quedó herida de muerte y con ella sus proyectos de perpetuarse 20 años en el poder. Etapa de rebeliones persistentes El Cordobazo puso en evidencia las limitaciones del Estado autoritario implantado en 1966 y de una política económica que sólo satisfacía los intereses del gran capital monopolista nacional y extranjero. Desde 1969 hasta 1971, la clase obrera cordobesa llevó adelante un colosal ascenso político que no sólo fue determinante para acabar con las dictaduras de los generales Onganía y Levingston, sino que también selló la suerte de distintos gobiernos provinciales. Además, el Cordobazo fue el hito inicial de un proceso de agravamiento de la protesta social y la lucha violenta que, durante varios años, se desarrolló en la sociedad argentina. También, esta rebelión fue el punto más alto en el curso de la lucha popular que se inicio en 1955 y culminaría en 1972 con el regreso de Juan Perón a la Patria, el peronismo aglutinando a todo el pueblo, el triunfo electoral de 1973 y las Fuerzas Armadas saliendo por la puerta de atrás de la Casa Rosada. El Cordobazo, signado por la metodología de la violencia popular, nos enseñó que cada pueblo tiene la capacidad de desarrollar respuestas acordes con el tiempo que le toca vivir, que pueden tomar distintas formas: legales o ilegales; pacificas o violentas. Y nos demostró que: con una política popular, con dirigentes firmes y unidad de todos los sectores, se pueden derrotar los proyectos reaccionarios más represivos y cruentos, aunque parezcan muy sólidos. El 29 de mayo de 1969, los obreros y estudiantes de Córdoba nos sublevamos contra un orden opresivo y carente de libertad, un gobierno autoritario, usurpador e ilegítimo que recurría a la represión para conservar y gestionar el poder, para imponer sus intereses económicos y ejercer su voluntad política. Y asumimos el derecho a la rebelión, que es del pueblo. Y ese derecho, que nace en la aspiración a la libertad, de la Patria y de las personas, es un derecho irrenunciable. Por eso esta crónica merece ser recordada. Y quienes en aquel 29 de mayo de 1969 tuvimos la oportunidad de estar allí, de ser partícipe de tan histórico hecho que nos marcó a fuego, y estamos vivos para contarlo, tenemos el ineludible deber de hacer conocer esta historia, ejemplo popular de movilización y lucha que dejó huellas imborrables en toda una generación de militantes obreros y juveniles, para enseñar a las nuevas generaciones que la mejor forma de lucha es aquella que responde a la situación histórica concreta que se esta viviendo.


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